Escribir una a modo de breve biografía personal, aun teniendo en cuenta lo perdido en los entresijos de la memoria, sería una tarea ociosa salvo si se limita a aquello que se relaciona con el contexto en el que se encuentra: una página de fotografía. Por eso lo que sigue tiene que ver, hasta donde yo sé, con las fotografías a las que acompaña.

Nací en Málaga, donde, con alguna interrupción, pasé mi infancia en casa de mis abuelos, situada en un lugar privilegiado de la ciudad, el Paseo de la Farola, asomado al puerto y a la bahía. A los diez años fuimos a vivir a Huelva, donde hasta los dieciséis estudié el bachillerato. Dos paisajes distintos, los propios de dos mares diferentes aunque cercanos, que conformaron una sensibilidad y una manera de mirar, tal vez más inclusiva de lo que habría sido de otro modo. Las transparencias del mediterráneo y los cielos inacabables de la marisma.

Estudié Fisica, aunque ahora simplemente trato de seguir el estado del arte en la actualidad. La Física y sus derivaciones filosóficas están en el centro de mi forma de intentar aprehender el mundo.

Seguramente no sea innecesario advertir que esto no tiene nada que ver con cuadrículas ni frialdades, más bien lo contrario. No hay sensación de maravilla comparable a la que proporciona una mirada formada a la naturaleza, incluida la humana naturalmente, y los atisbos de comprensión que, con suerte, a veces nos iluminan. Es esa emoción la que me conduce a la fotografía, al principio como una forma de registrar determinados momentos; poco a poco, una manera de, con suerte, crearlos y, por un instante, sentir que muy, muy humildemente, contribuyes a una obra más grande, tu pequeño granito de arena a la tarea de los seres humanos de comprender y comprenderse.